• Un sector de proceso continuo, como la del envase de vidrio, necesita operar bajo la máxima estabilidad y seguridad jurídica.
  • El precio del consumo energético supone hasta un 30% del coste total de la industria.
  • Tanto el consumo de energía como el precio del mismo son un factor clave de la competitividad, o viabilidad, de las empresas vidrieras.
  • El alza en los precios de la energía pone en riesgo, no sólo el presente de las vidrieras, sino también las inversiones en un futuro más sostenible.

Las sociedades que integran ANFEVI representan más del 98 % de la producción en España de envases de vidrio, fabricando diariamente cerca de 19 millones de botellas y tarros. Los miembros de la asociación cuentan con 13 fábricas ubicadas por toda la geografía española y generan empleo directo a más de 3.000 personas. Se trata de un sector que durante la crisis provocada por el COVID-19, demostró ser esencial. Los envases de vidrio forman parte de la cadena alimentaria, siendo un material de envasado imprescindible en determinados segmentos de mercado como la alimentación infantil y las conservas, y formando parte indisociable de otros como el del vino, estratégico para nuestro país; de hecho, más de 8.000 compañías españolas de alimentación emplean envases de vidrio para envasar sus productos.

El sector vidriero es intensivo en el uso de energía, especialmente en la etapa de fusión de vidrio (asociado al horno). A pesar de contar con unos niveles de eficiencia energética muy próximos a su límite teórico, la energía puede suponer entre el 20% y el 30% de los costes de producción, marcando las reducciones o aumentos del coste total anual. De esta circunstancia se derivan dos consecuencias: su reducción es un objetivo prioritario y cualquier incremento del coste tiene un fuerte reflejo en la rentabilidad.

Otro factor a tener en cuenta es que las más de 2,5 millones de toneladas de vidrio producidas anualmente por las empresas miembro de ANFEVI, se obtienen a través de un proceso continuo que funciona 24 horas al día los 7 días a la semana, durante períodos ininterrumpidos de 10 a 15 años, dependiendo de la producción y mantenimiento. Por ello, los requisitos de eficiencia y estabilidad son todavía más estrictos si cabe, y es necesaria una especial consideración hacia la inversión y la programación de campañas, siendo el consumo energético uno de los factores clave.

El hecho de que el envase de vidrio sea funcionalmente muy indiferenciado hace que el precio del mismo sea muy ajustado, por lo que el porcentaje de ganancias del sector proviene más del volumen de ventas y no de los márgenes de beneficio, como ocurre en otro tipo de bienes o servicios. Prueba de ello es que, desde hace décadas, el precio de venta de los envases de vidrio ha crecido en mucha menor medida que la inflación. El sector vidriero apuesta por la planificación a largo plazo para basar la rentabilidad en las mejoras continuas de rendimiento reduciendo los costes y diluyendo los gastos fijos en una mayor producción. Como consecuencia de la fuerte inversión en inmovilizado las amortizaciones tienen una gran incidencia en los costes. A lo largo de los últimos años el sector ya viene absorbiendo subidas graduales que llegan al límite de la viabilidad.

Un aumento brusco del precio de la energía, obliga necesariamente a la industria a cambiar su modelo estratégico y trasladar dicha subida a sus clientes, los envasadores de alimentos y bebidas, lo que supondría incrementar substancialmente los precios a los consumidores finales. Y en el peor de los casos, si el coste energético es inasumible, el cierre de líneas por falta de rentabilidad supondría el corte de suministro a la industria de la alimentación, que se vería en serias dificultades para hacer llegar sus productos a la distribución para su venta.

En el caso particular de los envases de vidrio, a esto hay que sumar que la pérdida de competitividad que pueda sufrir la industria por un aumento en los costes energéticos, supone un peligro doble: por un lado, el de la deslocalización, y por otro, el de acabar el envase de vidrio sustituido por otros de materiales alternativos, lo que podría ser negativo desde una perspectiva medioambiental.

Teniendo todo esto en cuanta, es imposible para la industria vidriera absorber cualquier explosión de precios energéticos, ya que esto dañaría fuertemente la competitividad y forzaría a las empresas a replantearse la capacidad de asumir los costes de producción.

La nueva tasa Real Decreto-ley 17/2021, de 14 de septiembre, de medidas urgentes para mitigar el impacto de la escalada de precios del gas natural en los mercados minoristas de gas y electricidad, supone uno de estos efectos inesperados que pueden afectar gravemente a la industria, dado que se pueden enfrentar a cambios en los contratos de consumo energético que las empresas tienen ya firmados a precios inferiores a los del mercado actual así como a futura contratación que estará sujeta la volatilidad de los precios.

Las industrias necesitan hoy más que nunca, tras los efectos sufridos por la pandemia, un entorno regulatorio estable y conocido.

Pero es que, el alza en los precios del gas natural y la electricidad, ponen en riesgo, no sólo el presente de las empresas vidrieras, sino también las inversiones en un futuro más sostenible, como ‘El Horno del Futuro’ (Furnace for The Future -F4F), un proyecto europeo que responde a la ODS17, alianzas para conseguir objetivos. Se trata de un hito estratégico orientado a conseguir un envase climáticamente neutro, ayudando así a nuestro país, y a otros a nivel europeo, a lograr sus metas de CO2. Las empresas que forman la industria europea de envases de vidrio (FEVE), entre las que se incluyen todas las empresas pertenecientes a ANFEVI con implantación en España, han unido sus fuerzas para financiar y construir el primer horno híbrido, que reemplazará el 80% del gas natural por energías renovables, como la electricidad, reduciendo las emisiones de los hornos entre un 50% y un 60% del total. El horno será construido en Alemania, pero el conocimiento tecnológico que se obtenga beneficiará a las empresas españolas. Sin embargo, este plan de descarbonatación a través del uso de la electricidad, sólo será exitoso en la medida en que su aplicación sea posible en nuestro país, con fuentes renovables y precios de consumo de electricidad asumibles, justos y competitivos.